El verano nos anima a salir, a disfrutar del buen tiempo y a aprovechar cualquier momento para estar al aire libre, lo que suele venir acompañado de planes improvisados y horarios más flexibles que también afectan a la forma en la que comemos. Sin embargo, aunque esa flexibilidad es parte del encanto estival, no significa que tengamos que dejar de cuidarnos. Mantener una alimentación equilibrada en verano es posible si apostamos por alimentos frescos, nos hidratamos bien y tomamos decisiones conscientes en el día a día. Así, podremos disfrutar sin renunciar a sentirnos bien.
“Con un poco de planificación, podemos seguir cuidándonos también cuando comemos fuera”
Preparar recetas nutritivas que se conserven bien sin necesidad de refrigeración es más sencillo de lo que parece. Escoger los alimentos adecuados no solo nos ayuda a mantener la energía durante el día, sino que también contribuye al buen funcionamiento del sistema inmunitario y al equilibrio de la microbiota intestinal, esa comunidad de microorganismos que cuida de nuestra salud digestiva y, con ella, de nuestro bienestar general.
Por eso, al planificar la comida que vamos a llevar a nuestras excursiones, conviene tener en cuenta algunos aspectos clave que nos permitirán disfrutar de opciones prácticas, saludables y sabrosas:
- Nuestro intestino también agradece la estabilidad, aunque estemos en verano. El calor, los cambios de horarios y una menor ingesta de fibra pueden alterar el tránsito intestinal. Incluir alimentos frescos, verduras y opciones ricas en fibra en nuestra alimentación nos ayuda a cuidar el equilibrio de la microbiota y a prevenir molestias habituales como la hinchazón o el estreñimiento, que pueden influir directamente en cómo nos sentimos cada día.
- Lo que comemos tiene un impacto directo en nuestro rendimiento, tanto físico como mental. Apostar por comidas ligeras y equilibradas nos ayuda a mantener la energía y el buen ánimo a lo largo del día. En cambio, los alimentos pesados o ultraprocesados pueden provocar sensación de fatiga o pesadez, algo que se nota aún más cuando el calor aprieta.
- La seguridad alimentaria cobra aún más importancia en verano. Algunos alimentos perecederos, como los pescados crudos o los lácteos frescos, pueden resultar arriesgados si no se conservan bien. Por eso, es recomendable elegir preparaciones que aguanten varias horas sin necesidad de refrigeración, como un gazpacho, una ensalada de legumbres o un puñado de frutos secos. Así podemos evitar molestias digestivas y posibles intoxicaciones que pueden arruinarnos el día.
- Mantener la variedad en la alimentación también es clave durante el verano.Esta época es ideal para incorporar alimentos frescos, de temporada y de distintos grupos, lo que nos permite cubrir nuestras necesidades nutricionales y mantenernos con energía. Combinar frutas como la sandía o el melón con verduras como el pimiento o el calabacín, y añadir legumbres o frutos secos, es una forma sencilla y sabrosa de lograr una alimentación completa y equilibrada.
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