El inicio de un nuevo año siempre viene cargado de ilusión, buenas intenciones y propósitos, ¡muchos propósitos! Queremos hacer más deporte, comer mejor, aprender otro idioma, leer un libro al mes…y la lista sube sin frenos. Pero muchas veces, tanta ambición nos mete más presión que motivación y lo que debería ilusionarnos puede acabar agobiándonos.
Este año, olvida las listas interminables y enfócate en pequeños propósitos que puedas disfrutar y mantener
Así que, ¿y si este año lo planteamos de otra manera? Más sencillo, más realista y, sobre todo, más amable contigo.
- Divide y conquistarás. En vez del clásico “iré al gimnasio todos los días”, prueba con mini retos de 10-15 minutos. Son fáciles de cumplir, generan constancia y te hacen sentir progreso desde el principio.
- Elige metas que te motiven de verdad. Olvídate del “debería hacer…”. Este año nos quedamos solo con lo que te hace bien y te apetece de verdad.
- Convierte los fallos en feedback. Saltarte un objetivo no es fracasar, es parte del proceso. Te ayuda a saber qué funciona, qué no y cómo ajustar tu plan sin castigarte.
- Crea rituales divertidos Un calendario visual, pegatinas o notas motivadoras en la nevera. ¡Elige el que más encaje contigo! Lo importante es que estos detalles te recuerden tus metas con buena energía, no con presión.
- Celebra cada paso. No esperes a la meta final. Cada hábito que mantienes o cada avance pequeño que hagas, también cuenta. Y como celebrarlo aumenta la motivación y reduce la ansiedad, ¡doble beneficio para ti!