CÓMO LAS OLAS DE CALOR Y EL ESTRÉS TÉRMICO ESTÁN CAMBIANDO LOS HÁBITOS DE CUIDADO DE LA PIEL

España ya ha vivido su primera ola de calor del año, con un mes de mayo que ha batido récords de temperatura desde que existen registros, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Este aumento temprano y sostenido del calor tiene consecuencias directas sobre la piel, el órgano más expuesto del cuerpo humano, que sufre especialmente durante los periodos de alta radiación y temperaturas extremas. La exposición prolongada al sol y al calor provoca lo que se conoce como estrés térmico. Este fenómeno desencadena una pérdida acelerada de agua y lípidos esenciales en la piel, componentes fundamentales para mantener su hidratación, elasticidad y función barrera. Cuando estos elementos se reducen, la piel se vuelve más vulnerable a agresiones externas y a un envejecimiento prematuro.
¿Cómo afecta el calor extremo a la piel?
Según el El calor extremo altera el microbioma cutáneo, es decir, el conjunto de microorganismos que habitan en nuestra piel y que cumplen un papel clave en su equilibrio y salud. Cuando este ecosistema se desequilibra, aumentan las probabilidades de sufrir irritaciones, inflamaciones o brotes de afecciones como la dermatitis atópica o la rosácea. Además, el estrés térmico activa la producción de sustancias inflamatorias, como la interleucina-1β y la prostaglandina E2, responsables de molestias como el picor o el enrojecimiento. A esto se suma el impacto de la radiación ultravioleta, que incrementa la generación de radicales libres, unas moléculas altamente reactivas que dañan el colágeno, la proteína que da firmeza y estructura a la piel. El resultado es un proceso acelerado de envejecimiento cutáneo, con una mayor aparición de arrugas, pérdida de firmeza y signos visibles de fatiga.
5 consejos para proteger la piel durante las olas de calor
Los expertos de Cigna Healthcare señalan algunos de los principales hábitos a fortalecer para mantener el cuidado de la piel durante las olas de calor:
1. Apostar por productos que fortalezcan la piel frente al estrés ambiental.
La niacinamida ayuda a reducir la inflamación y a reforzar la barrera cutánea. El ácido hialurónico aporta hidratación profunda sin dejar sensación grasa. Los antioxidantes, como la vitamina C, contribuyen a neutralizar el daño causado por los radicales libres, ayudando a retrasar el envejecimiento y a mejorar la salud general de la piel.
2. Potenciar la limpieza suave que preserve el microbioma cutáneo.
Utilizar limpiadores con pH neutro que no irriten la piel ni alteren el microbioma, especialmente en pieles sensibles, es fundamental para mantener el equilibrio cutáneo.
3. Adaptar la dieta a las condiciones de calor extremo.
Incorporar alimentos con propiedades antiinflamatorias e hidratantes, como té verde frío, aloe vera natural y semillas de chía hidratadas, contribuye a mantener la piel equilibrada. Reducir el consumo de ultraprocesados, sal y azúcares ayuda a evitar inflamaciones.
4. Incluir en la dieta micronutrientes que refuercen la defensa cutánea desde dentro.
Minerales como magnesio (frutos secos, legumbres), zinc y selenio (semillas, cereales integrales) son importantes para fortalecer la función barrera de la piel, favorecer su regeneración y mejorar su respuesta frente al estrés ambiental.
5. Plantear cuidados específicos para el entorno urbano.
La combinación de altas temperaturas y contaminación puede acelerar el envejecimiento y aumentar la inflamación. Usar antioxidantes tópicos y realizar limpiezas que eliminen partículas contaminantes puede ayudar a minimizar estos efectos.