DEL FOMO AL JOMO: 5 CLAVES PARA UN VERANO EMOCIONALMENTE EQUILIBRADO

El verano suele asociarse al descanso, la desconexión y una mayor vida social. Sin embargo, para muchas personas, esta época también implica una presión emocional añadida, compromisos que cuesta rechazar, agendas llenas y la necesidad casi automática de compartir cada experiencia en redes sociales. Este fenómeno tiene nombre, FOMO, siglas en inglés de Fear of Missing Out, o miedo a quedarse fuera. Es una sensación alimentada por la hiperconexión digital y que, según la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM), afecta especialmente a los jóvenes. De hecho, el 69 % de los españoles de entre 18 y 34 años reconoce haberlo experimentado.
Redefinir el verano desde el bienestar emocional
Durante el verano, la exposición constante a lo que hacen los demás puede intensificar este malestar. A esto se suma una convivencia más estrecha en vacaciones, en pareja o con familia que, a veces, eleva los niveles de estrés. De hecho, según el Cigna Healthcare International Health Study, un 30 % de los españoles identifica sus relaciones personales como una fuente habitual de estrés.
Frente a esta tendencia, cada vez más personas están apostando por un enfoque diferente, el JOMO (Joy of Missing Out), o el placer de perderse cosas. Lejos de promover el aislamiento, el JOMO invita a vivir un verano desde el equilibrio, la autenticidad y el deseo propio. Supone una desconexión digital consciente, el establecimiento de límites saludables y el reconocimiento de que no es necesario estar en todo ni mostrarlo todo para disfrutar realmente. Se trata de valorar los momentos de descanso no compartidos, de reconectar con uno mismo y con el entorno sin necesidad de validación externa.
5 consejos para reducir la sensación de FOMO y JOMO durante las vacaciones
Con el fin de vivir un verano libre de cargas emocionales negativas, los expertos de Cigna Healthcare han definido una serie de consejos prácticos:
1. Practicar una desconexión digital consciente.
Durante los meses de verano, el uso de redes sociales suele incrementarse, intensificando la comparación constante. Programar pausas automáticas, limitar el tiempo frente a la pantalla y evitar el uso de dispositivos en momentos clave , como durante las comidas o antes de dormir, contribuye a reducir la sobreexposición y favorece un descanso mental más profundo.
2. Establecer límites digitales claros en las relaciones personales.
La convivencia intensiva propia del periodo estival suele venir acompañada de un aumento en las demandas de atención digital. Definir horarios concretos para interactuar en redes sociales o responder mensajes permite proteger la salud mental y establecer relaciones más equilibradas.
3. Utilizar herramientas de seguimiento y análisis de uso.
Algunos dispositivos y aplicaciones permiten monitorizar el tiempo dedicado a cada plataforma o actividad digital. Consultar estos datos de forma periódica facilita una mayor conciencia sobre los hábitos tecnológicos y permite realizar ajustes que favorezcan el equilibrio entre el ocio digital y el descanso.
4. Configurar alertas y notificaciones para reducir la sobrecarga.
Ajustar las alertas para recibir únicamente aquellas que sean relevantes ayuda a reducir la sobrecarga informativa y la sensación de urgencia constante. Esta medida contribuye a una gestión del tiempo digital más consciente y a evitar interrupciones innecesarias.
5. Priorizar actividades al aire libre para fomentar la conexión auténtica.
El contacto con entornos naturales, la playa, montaña o parques urbanos, se asocia con una reducción del estrés, una mejora del estado de ánimo y una mayor capacidad de atención plena. Incluir este tipo de actividades en la rutina estival favorece el bienestar emocional y refuerza la experiencia del descanso sin dependencia digital.