EL AUTOCUIDADO, LA HERRAMIENTA ESTRATÉGICA PARA REFORZAR LA SALUD Y EL BIENESTAR EN EL ENTORNO LABORAL

24 de julio, Día Internacional del Autocuidado
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Gesto amigable

En los entornos laborales actuales, cada vez más complejos y demandantes, el autocuidado se consolida como una estrategia para proteger el bienestar de las personas y fomentar hábitos saludables. Se trata de un conjunto de prácticas orientadas a cuidar la salud física, emocional y mental, tanto de forma individual como colectiva. Su integración en la cultura organizacional permite construir entornos más equilibrados, sostenibles y con equipos cohesionados y productivos.

El bienestar aún no se percibe como una prioridad en las organizaciones

A pesar de su relevancia, solo el 28 % de las personas en España considera que su entorno profesional promueve activamente la salud y el bienestar, según el informe Cigna International Health Study. Esta baja percepción refleja una falta de apoyo estructural que puede derivar en la aparición de riesgos psicosociales.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), estos riesgos se relacionan con tres áreas principales: la organización del trabajo (planificación, distribución de tareas), el contenido del trabajo (nivel de dificultad, autonomía o variedad), y las relaciones profesionales (comunicación, apoyo, clima laboral). Cuando estos factores no se gestionan adecuadamente, pueden dar lugar a situaciones de estrés, que afectan directamente tanto la salud individual como el desempeño general.

El impacto del estrés laboral y otros riesgos psicosociales

Entre los principales riesgos psicosociales se encuentran la sobrecarga de trabajo, la falta de control sobre las tareas, horarios prolongados, roles mal definidos o entornos poco colaborativos. La exposición prolongada a estas condiciones puede generar síntomas como fatiga crónica, problemas de sueño, ansiedad, dificultad para concentrarse o malestar emocional persistente.

Estas respuestas, si no se abordan a tiempo, pueden afectar significativamente el bienestar de las personas y reducir la eficacia de los equipos. Por ello, es esencial incorporar estrategias preventivas que ayuden a mitigar su impacto.

El autocuidado como respuesta preventiva

Incorporar el autocuidado a la rutina laboral es una medida preventiva efectiva frente a los riesgos psicosociales. Establecer hábitos que promuevan la autorregulación emocional, la actividad física regular y el equilibrio mental favorece una mejor adaptación a las demandas profesionales y mejora el clima organizacional. Además, cuando estas prácticas son impulsadas desde la propia organización, no solo se refuerza el bienestar individual, sino que se construyen equipos más resilientes, motivados y comprometidos.

5 estrategias para fortalecer el autocuidado en el entorno laboral

Para fortalecer el autocuidado en el entorno laboral y mejorar la gestión de los riesgos psicosociales, los expertos de Cigna Healthcare han detallado una serie de consejos:

1. Diseño participativo de espacios físicos y virtuales que favorezcan el bienestar.

Involucrar a los equipos en la creación o adaptación de sus espacios de trabajo, contribuye al bienestar físico y emocional. Por ejemplo, permitir que las personas propongan mejoras en sus estaciones de trabajo o espacios comunes refuerza el sentido de pertenencia y promueve entornos respetuosos con las necesidades reales.

2. Programas de liderazgo participativo. 

Fomentar que diferentes miembros del equipo asuman roles de coordinación o lideren reuniones y proyectos evita que el peso del liderazgo recaiga siempre en las mismas personas. Al mismo tiempo, se validan y desarrollan nuevas habilidades dentro del grupo. Esta estrategia puede reforzarse con programas de formación y mentoría, reduciendo el riesgo de cronificación del estrés en quienes habitualmente asumen mayores responsabilidades.

3. Equipos multidisciplinares con autonomía para autogestionar el flujo de trabajo. 

Crear equipos con perfiles diversos que tengan libertad para organizar tareas, establecer prioridades y gestionar sus propios calendarios permite distribuir la carga de forma equitativa. Un buen ejemplo es trabajar por objetivos, ajustando los horarios según las necesidades del grupo y las fortalezas individuales. Esto favorece la flexibilidad, reduce la sensación de descontrol y promueve un uso más saludable del tiempo y la energía.

4. Sensibilización acerca del autocuidado y la desconexión. 

Diseñar planes de bienestar que integren acciones para cuidar el equilibrio entre la vida laboral y personal es esencial. Estos pueden incluir desde programas anuales con acciones específicas (como pausas activas, talleres de gestión emocional o formación en bienestar financiero) hasta campañas internas que inviten a reflexionar sobre la importancia de priorizar la salud física y mental. Incorporar variedad y aprendizaje continuo ayuda a mantener la motivación y prevenir el agotamiento emocional.

5. Gestión estratégica de roles para prevenir el desgaste psicosocial. 

Promover iniciativas como la rotación de tareas o la participación en proyectos interdisciplinares permite variar las responsabilidades, prevenir la monotonía y fortalecer el desarrollo profesional. Por ejemplo, se pueden diseñar itinerarios que permitan a las personas conocer distintas funciones dentro del equipo, o facilitar espacios para que diferentes áreas compartan sus retos, favoreciendo así la empatía y el propósito común.