EL ESTRÉS Y EL CALOR: DOS FACTORES QUE DIFICULTAN EL DESCANSO Y DETERIORAN EL RENDIMIENTO COGNITIVO

La alteración del sueño favorece un estado de fatiga acumulada que, si se prolonga, puede derivar en consecuencias tanto cognitivas como emocionales.
La falta de sueño es un problema frecuente en la sociedad actual. Según la Sociedad Española de Sueño (SES), aproximadamente el 30 % de la población asegura despertarse diariamente con la sensación de no haber descansado adecuadamente lo que, además de comprometer el bienestar diario, aumenta el riesgo de desarrollar trastornos físicos y mentales. Además, el Cigna International Health Study revela que un 55 % de la población española identifica el estrés como la principal causa de interrupción del sueño, especialmente entre mujeres y personas de entre 45 y 59 años. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda dormir entre 7 y 9 horas por noche para mantener un equilibrio físico, emocional y cognitivo, ya que dormir menos de seis horas de forma habitual se asocia con peor calidad de vida y mayor riesgo de deterioro cognitivo a largo plazo.
¿Por qué las altas temperaturas y el estrés dificultan dormir?
Durante el sueño, la temperatura corporal debe descender entre 0,5 y 1ºC para permitir un descanso reparador. Sin embargo, en ambientes cálidos la producción de calor puede superar esta pérdida, lo que impide la relajación necesaria y altera el ciclo natural de sueño-vigilia. Por otro lado, el estrés no solo dificulta la conciliación del sueño, sino que también fragmenta el descanso, generando una sensación persistente de agotamiento. La activación del sistema de alerta del organismo eleva los niveles de cortisol y adrenalina, lo que provoca despertares nocturnos y reduce la calidad del sueño.
Las 5 consecuencias más frecuentes de un mal descanso
Por lo tanto, no conseguir un descanso reparador afecta al funcionamiento del cerebro y al bienestar emocional. Según los expertos de Cigna Healthcare estas son las cinco consecuencias más frecuentes:
1. Deterioro de la memoria.
El sueño profundo es un factor fundamental para consolidar la información en la memoria a largo plazo. Sin un descanso adecuado, este proceso se interrumpe, dificultando la retención y el recuerdo de datos importantes.
2. Disminución de la concentración y atención.
La falta de sueño afecta la corteza prefrontal, disminuyendo la capacidad para mantener el foco, procesar información compleja y reaccionar ante estímulos.
3. Alteraciones en la regulación emocional.
El sueño regula neurotransmisores implicados en el control emocional. Su ausencia aumenta irritabilidad, ansiedad y dificulta el control emocional.
4. Reducción de reflejos y tiempos de reacción.
Dormir poco ralentiza la comunicación entre cerebro y cuerpo, afectando reflejos y coordinación motora, aumentando el riesgo de accidentes.
5. Impacto negativo en la salud mental a largo plazo.
La falta de sueño afecta la producción de hormonas y neurotransmisores que influyen en el estado de ánimo, incrementando el riesgo de depresión y ansiedad.