EL TABAQUISMO POTENCIA LOS EFECTOS DE UNA PRIMAVERA ESPECIALMENTE INTENSA PARA LAS ALERGIAS

31 de mayo, Día Mundial sin Tabaco
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Polen

Las lluvias abundantes registradas en marzo y abril han favorecido el crecimiento de plantas productoras de polen, lo que se traduce en una mayor presencia de alérgenos en el ambiente. A este contexto se suma un factor adicional: la persistencia del consumo de tabaco, tanto en su forma tradicional como a través de cigarrillos electrónicos. La combinación de ambos elementos puede intensificar los síntomas en personas con alergias respiratorias, afectando tanto a fumadores como a quienes están expuestos de forma pasiva al humo.

El repunte del polen y el uso de vapeadores agravan la salud respiratoria

Con la llegada repentina del calor, los niveles de polen aumentan rápidamente. Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), este tipo de clima, con lluvias intensas seguidas de temperaturas elevadas, favorece la proliferación de plantas alergénicas. En paralelo, aunque el consumo de tabaco tradicional está en mínimos históricos, cada vez más personas —especialmente jóvenes— recurren a vapeadores o cigarrillos electrónicos. La última encuesta EDADES del Plan Nacional sobre Drogas confirma que el 19 % de la población ha probado estos dispositivos. Y aunque suelen considerarse una alternativa “menos perjudicial”, la mayoría contiene nicotina y otras sustancias que también irritan las vías respiratorias. En plena temporada alta de alergias, su uso puede agravar la inflamación y amplificar los síntomas incluso en personas sin antecedentes alérgicos.

6 consecuencias del efecto del tabaco sobre los síntomas de las alergias

1. Mayor inflamación y sensibilidad de las vías respiratorias. 

El humo del tabaco daña directamente el epitelio respiratorio, facilitando que los alérgenos penetren en las vías respiratorias y generen una respuesta exagerada del sistema inmune. Esta inflamación constante hace que incluso pequeñas cantidades de polen desencadenen síntomas intensos, como dificultad para respirar, tos persistente o lagrimeo excesivo.

2. Evolución Alergias que evolucionan a enfermedades crónicas. ;

Cuando los síntomas alérgicos se mantienen activos durante mucho tiempo y se combinan con el tabaquismo, el daño en el sistema respiratorio puede ser grave. Se ha demostrado que esta combinación aumenta el riesgo de enfermedades como la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) o la fibrosis pulmonar.

3. Peor calidad de vida emocional y funcional. 

Muchas personas experimentan irritabilidad, estrés, ansiedad o incluso síntomas depresivos. Además, la congestión constante, el malestar general y la limitación de actividades físicas afectan al día a día, reduciendo la calidad de vida tanto en lo personal como en lo profesional.

4. Menor eficacia de los tratamientos antialérgicos. 

Los fumadores activos y las personas expuestas regularmente al humo del tabaco tienen una peor respuesta a tratamientos habituales como antihistamínicos y corticoides inhalados. Esto obliga en muchos casos a aumentar la dosis o recurrir a medicación más agresiva, con el consiguiente impacto sobre la salud general del paciente.

5. Peor descanso nocturno y fatiga durante el día. 

La congestión nasal, el picor y la tos nocturna se intensifican en ambientes con humo, lo que interfiere directamente con la calidad del sueño. La falta de descanso no solo empeora el estado general de la persona, sino que debilita las defensas inmunológicas, creando un círculo vicioso que perpetúa el malestar.

6. Mayor riesgo de desarrollar alergias en niños y adolescentes.

Los menores expuestos al humo del tabaco —incluso de forma pasiva— tienen mayor probabilidad de desarrollar enfermedades alérgicas como el asma o la rinitis. En quienes ya presentan síntomas, el tabaco puede acelerar su evolución y aumentar la carga de enfermedad a lo largo de su vida.