MÁS ALLÁ DEL TELETRABAJO Y LA JORNADA INTENSIVA: EL CALOR EXTREMO IMPULSA LA BÚSQUEDA DE FÓRMULAS PARA REDUCIR EL ESTRÉS POR CALOR EN HORARIO LABORAL

El aumento de las temperaturas en los meses de verano está impulsando la revisión de los entornos de actividad profesional para cuidar el bienestar sin comprometer la operatividad.
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Mujer en oficina

El calor extremo no solo provoca malestar físico, sino que también impacta en el nivel de concentración, rendimiento y estado de ánimo. En un contexto climático cada vez más exigente, implementar medidas adecuadas se vuelve fundamental para prevenir el estrés térmico y mantener un entorno saludable.

Un verano más cálido y una flexibilidad aún limitada

Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), este verano se caracterizará por temperaturas por encima de la media, siguiendo la tendencia de los últimos años. En consecuencia, se han consolidado prácticas como el trabajo a distancia o la jornada intensiva como formas de reducir la exposición al calor. Sin embargo, su disponibilidad continúa siendo limitada.

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Datos del informe Cigna International Health Study indican que solo un 25 % de la población en España cuenta con libertad para elegir entre trabajar de forma presencial o remota en cualquier momento del año. Esta cifra es inferior a la observada en otros países europeos, como Suiza o Reino Unido, donde alcanza el 35 %, o Países Bajos y Estados Unidos, que superan el 40 %. Esta diferencia sugiere la necesidad de seguir avanzando hacia una mayor flexibilidad y de aplicar medidas adicionales que ayuden a adaptarse a las condiciones térmicas sin afectar el bienestar ni el rendimiento.

4 estrategias para un entorno saludable frente al calor

En este sentido, los expertos de Cigna Healthcare proponen una serie de medidas que permiten adaptar la actividad diaria a las altas temperaturas, sin comprometer la salud ni los niveles de productividad.

1. Gestión de los espacios de trabajo para lograr el bienestar térmico. 

Mantener una climatización adecuada, entre 24 y 26 grados, evita variaciones bruscas de temperatura que pueden acentuar el malestar. También se recomienda ventilar los espacios únicamente en las primeras horas de la mañana o al final del día, y cerrarlos durante las horas más calurosas. Contar con acceso constante a agua y fomentar la hidratación frecuente, al menos cada 30 a 45 minutos, también resulta clave para la prevención del agotamiento térmico

2. Plan de salud para la autorregulación térmica. 

Disponer de planes de salud específicos que incluyan acciones informativas o sesiones de sensibilización facilita la detección temprana de señales como fatiga o golpes de calor. Estos recursos ayudan a identificar los riesgos y adoptar conductas que mejoren la tolerancia al calor en los momentos más intensos del día.

3. Proteger la salud mental frente a la fatiga emocional causada por el calor. 

Las altas temperaturas afectan no solo al cuerpo, también al equilibrio emocional. El calor excesivo puede generar irritabilidad, dificultad para mantener la atención y alteraciones del descanso nocturno. Para contrarrestarlo, se recomienda incorporar momentos breves de desconexión a lo largo del día, realizar estiramientos, ejercicios de respiración o caminatas ligeras. También resulta útil ajustar la carga cognitiva, dejando las tareas más exigentes para los tramos horarios con temperaturas más moderadas.

4. Implementar estrategias organizativas para la resiliencia y sostenibilidad laboral. 

Más allá de flexibilizar horarios, aplicar pequeños cambios en la organización diaria puede reducir significativamente la exposición al calor. Por ejemplo, evitar desplazamientos prolongados en las horas centrales del día, facilitar el uso compartido de vehículos o reorganizar la agenda para concentrar las reuniones en los tramos más frescos. Estas medidas favorecen una dinámica más sostenible, donde se prioriza la salud sin comprometer la continuidad de la actividad.